Artículo publicado en el periódico Burgos Concecta
https://www.burgosconecta.es/provincia/union-trabajo-vecinal-20230105183728-nt.html
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Al igual que en años anteriores Valdehumada ha querido sumarse a la conmemoración del día de la repoblación, aunque este año la participación se ha limitado al pueblo de Congosto.
Es una pena que nuestros pueblos demuestren desinterés y apatía en estas actividades cuyo fin es reivindicar la mejora de la calidad en los servicios de nuestros pueblos para contribuir así a frenar el abandono y, por consiguiente, la despoblación de los mismos.
Esperemos que en posteriores conmemoraciones la participación sea más activa.
Adjuntamos un vídeo del toque de campanas en Congosto.
Texto:/José Luis Pérez
Un equipo de investigadores de la Universidad de Cantabria dirigido por el profesor de Arqueología Miguel Cisneros trabaja desde 1997 en este yacimiento, considerado uno de los castros más grandes de Europa. Las excavaciones han permitido desvelar aspectos de la vida en la Edad del Hierro Desde el año 1997 un equipo de arqueólogos e historiadores de la Universidad de Cantabria (UC) dirigido por el profesor titular de Arqueología Miguel Cisneros Cunchillos desarrolla un proyecto de investigación en el castro de La Ulaña, localizado en el municipio Humada, al norte de Burgos. Este yacimiento, ubicado en la antigüedad en la frontera entre el pueblo cántabro y los turmogos, considerado uno de los más grandes asentamientos castreños de Europa, está permitiendo precisar algunos aspectos de bastante poco conocidos del periodo comprendido entre el final de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, en un territorio que entró en la Historia a raíz de la conquista por parte de las legiones romanas poco tiempo después, cuando Augusto decidió enviar su ejército al norte de Hispania para concluir la conquista de la Península y acabar así con una incómoda resistencia que impedía explotar económicamente estos territorios bañados por el Cantábrico.
Haca escasas semanas el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria ha editado una monografía cuyos editores son el propio Miguel Cisneros y Pilar López Noriega, en la que se expresan y detallan los trabajos realizados en este yacimiento y su entorno entre 1997 y 2001.
La Ulaña se encuentra en una zona de emblemáticos yacimientos prerromanos como Peña Amaya, Monte Cildá o Bernorio, a unos 40 km al sur de Reinosa en línea recta, que siempre han estado en el horizonte de los investigadores para desvelar datos del periodo anterior a la conquista romana.
Se trata de un asentamiento que tradicionalmente la historiografía le ha situado en territorio de la Cantabria prerromana, pero el equipo de la UC se muestra más prudente por la falta de datos de la cultura material y de la estructura social de sus habitantes. Por ello y por otros datos se inclinan por situar La Ulaña en un territorio de frontera entre cántabros y turmogos (otro pueblo prerromano), no entendía ésta como una línea definida; es más, sería una «zona de paso», una «tierra de nadie» cuyos límites debieron ser cambiantes y difusos.
Emplazamiento
El castro de La Ulaña se sitúa en una ‘lora’ de cinco kilómetros de longitud y de una anchura que oscila entre los 150 m y los casi mil, desde la que se divisa todo el territorio circundante. La altitud oscila entre los 1.150 y 1.230 m, elevada sobre los valles que la rodean unos 230 m y claramente delimitada por farallones.
Su extensión, en concreto 586 ha de las cuales 285 se localizan en la plataforma superior, permiten considerar al castro de La Ulaña como el mayor de España y uno de los más grandes de Europa. Esta circunstancia favoreció que los pobladores de este asentamiento combinasen las condiciones naturales del lugar con estructuras constructivas -murallas- para conseguir una necesaria defensa y protección del área de hábitat. No obstante, la muralla (250 m de longitud y una anchura media de 3,5 m en una zona mejor conocida) también pudo contar con un valor ‘monumental’ y ‘simbólico’, al tiempo que cumplía una función de cohesión social para el grupo.
Hábitat
Las estructuras localizadas en las primeras campañas fueron un total de 267, de las cuales 48 son de apariencia tumular y contorno circular, pudiendo tener un carácter funerario, y 179 se han identificado como de habitación. De éstas 77 son de planta circular, 43 de planta rectangular cerrada, 31 de planta rectangular abierta, 26 ovales y dos cuya planta de contorno rectangular está rematada en uno de sus lados en círculo; el resto son muros de diversa morfología y época. Estos datos han permitido al equipo de la UC establecer como cifra orientativa el número de pobladores del castro, entre 500 y 600.
En la campaña del año 2000 de abordó la excavación de cinco de estas estructuras de hábitat, que se correspondían con parte de dos unidades de ocupación. Sobre un zócalo de sillarejo trabado con tierra compacta, se levantaron las cabañas para cuya construcción lógicamente se empleó piedra, tapial y madera. Bajo una techumbre a dos vertiente se localizó un hogar y una gran masa de arcilla quemada que definía el punto donde se ubicaba un pilar para sujetar la cubierta. También se han identificado en otras estructuras hogares cuya finalidad era la de taller. Estas estructuras de ocupación se cree que fueron habitadas en la II Edad del Hierro, descartando el equipo de Miguel Cisneros la hipótesis de que su destrucción pueda vincularse a algún episodio de las Guerras Cántabras de fines del siglo I a.C.
Materiales
Desgraciadamente no se trata este de un yacimiento que haya proporcionado una gran riqueza de material arqueológico mueble. No obstante, los restos exhumados interpretados por los científicos permiten conocer aspectos relacionados con las actividades económicas de las personas que ocuparon la Ulaña. Así, hay datos de la presencia de fauna doméstica (sobre todo ovicaprinos), de objetos de bronce (mayoritariamente adornos), de piezas de hierro (vinculadas a los trabajos de la madera, en la cocina o del artesanado textil), o de molinos (agricultura del cereal).
Finalmente, los materiales cerámicos apuntan a dos momentos temporales concretos y continuos: uno entre el 300 y mediados del siglo I a.C. -llegando quizá a las Guerras Cántabras-, y otro en la transición del Hierro I al Hierro II (de fines del siglo IV a principios del siglo III a.C.).
Objetivos
La investigación arqueológica es necesariamente lenta y precisa del apoyo y de la sensibilidad de la sociedad representada por las personas que ocupan cargos de responsabilidad política. En este contexto es precio señalar que los trabajos en La Ulaña no han concluido, habiéndose fijado para las próximas campañas el equipo de Miguel Cisneros unos objetivos concretos: avanzar en el conocimiento del interior del castro, del sistema defensivo, de las viviendas, del mundo funerario y de las ocupaciones anteriores a la II Edad del Hierro, en la relación con otros castros de la zona y en las causas de su abandono. Todavía hay mucha historia que escribir.
Fuentes consultadas
http://www.regiocantabrorum.es/publicaciones/castro_de_la_ulana_humada
Bibliotheca Archaelogica Hispana 5 “Los Cántabros antes de Roma”. 2ª Edición. Real Academia de la Historia 2003. Autor: Eduardo Peralta Labrador.
Situación
El castro de la Ulaña (Humada/Burgos) se encuentra situado en una increíble atalaya natural entre las localidades de San Martín de Humada, Los Ordejones y Humada, dando esta última nombre al municipio donde se sitúa.
Mapa: José Luis García Ubierna (Diario de Burgos, Domingo, 10 de Diciembre de 1995, pág. 33)
Datación
Para establecer un arco temporal de ocupación se han utilizado varios métodos de datación. En primer lugar, gracias a los análisis de termoluminiscencia realizados por el Laboratorio de Datación y Radioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid y a los de Carbono 14 realizados esta vez por Geochron Laboratories (Cambridge, Massachusets-USA), se ha podido determinar de un modo rotundo su cronología. Se realizaron diversas pruebas sobre dos de las estructuras habitables. Ambas, arrojaron resultados que las ubicaban entre mediados del siglo III a.C y el tercer cuarto del siglo I a.C (en la primera estructura) y entre el primer cuarto del siglo IV a.C y el primer cuarto del siglo I a.C en la segunda estructura.
La cronología de los materiales hallados no hace más que refrendar los datos obtenidos en los análisis. Las piezas cerámicas señalan dos etapas bien diferenciadas y continuadas en el tiempo: Transición entre la I Edad del Hierro y la II (finales del IV y principios del III a.C) hasta la época celtibérica, entre el 300 a.C y mediados del siglo I a.C.
Sin embargo otros arqueólogos e historiadores como Eduardo Peralta Labrador afirman que este castro parece que tuvo un único nivel de ocupación correspondiente a la época celtibérica, desapareciendo en la romana.
Este hecho parece demostrar que, por su posición geográfica, tuvo que desempeñar un papel de primer orden y verse implicado de manera directa en las Guerras Cántabras entre los años 29 al 19 a.C. contra el emperador Augusto, quien tenía su campamento en Segisamo (Sasamón). A este respecto parece ser que se han encontrado bolas de plomo utilizadas por los romanos como proyectiles de las hondas.
Por lo que respecta al valle de Valdehumada junto al castro de la Ulaña se hallan otros yacimientos castreños de menor extensión en Ordejón de Abajo, Ordejón de Arriba, Rebolledo de Traspeña, Congosto, San Martín de Humada y Villamartín de Villadiego.
Descripción
El cerro donde se ubica posee una altitud de entre 1.120 y 1.226 metros, ocupando una extensión aproximada de 285 hectáreas. La primera referencia sobre su existencia la cita J.A. Abásolo en la «Carta arqueológica de la provincia de Burgos. Partidos judiciales de Castrojeriz y Villadiego«, publicada en el año 1978. Concretamente escribe sobre un castro que ocupa una extensión aproximada de 1,5 km, con murallas que alcanzan hasta 2,5 metros de alto y que proporcionaron fragmentos cerámicos. Del mismo modo, en esa misma carta arqueológica, publica la existencia de otro castro que estaría ubicado un nivel inferior, con muralla y puerta de acceso.
El yacimiento de La Ulaña tiene una extensión aproximada de 586 hectáreas, ocupando 285 la plataforma superior caliza donde se ubicaba el castro. Sobre este dato nos vemos en la obligación de hacer un alto en el camino. Esto lo convierte en el mayor castro de la II Edad del Hierro de la Península Ibérica y uno de los más extensos de Europa. Respecto a las estructuras «habitables«, se han encontrado un total de 267, de las cuales hay gran parte que responden a un espacio cronológico más cercano al nuestro, aun siendo antiguas. De todos modos, muchas de ellas son prerromanas, existiendo una gran variedad en cuanto a su forma: ovaladas, rectangulares, circulares, en forma de la letra griega «pi» y un largo etc.
Su ubicación, como en la gran mayoría de los castros de la zona, no es algo casual. Se sitúa sobre un cerro natural de orografía muy escarpada, siendo muy complicado su acceso debido al fuerte desnivel que posee. El lado más «accesible» (aún sin serlo realmente) se encuentra al Norte del Castro, situándose en este punto casi la totalidad de sus accesos. Por el contrario desde el Sur resultaba prácticamente imposible alcanzar la plataforma superior, al menos a lo largo de 3 kilómetros, ya que existen una serie de farallones naturales que en muchos casos alcanzan los 60 metros de altitud (de ahí que no exista muralla en esa vertiente).
El sistema defensivo
Sus dimensiones nos indican que tuvo que ser un oppidum, asentamiento tipo ciudad-fortaleza o centro principal de uno de los grandes populi o pueblo en que se subdividían los cántabros o posiblemente un lugar donde refugiarse de nuevo ante la amenaza militar romana.
Veamos a continuación su estructura defensiva y características más destacables.
Antes de comenzar a evaluar el sistema defensivo del castro de La Ulaña, debemos de aclarar un aspecto fundamental para entender la diferencia entre el castro y el conocido como «Cinto«.
El yacimiento al completo tiene una extensión total de 586 hectáreas, de las cuales 285 pertenecen al plano superior por lo que se deduce que las 301 restantes pertenecen a los «aledaños» o vaguada del castro, concretamente a los sectores que conectan la parte más «baja» del yacimiento con el altiplano que veis en la imagen. Esta diferenciación es fundamental para comprender las estructuras defensivas del recinto castreño. Como podemos imaginar, la gran extensión de este sector junto con las murallas de La Ulaña, hacían de este lugar un poblado casi inexpugnable.
La estructura se encuentra delimitada al norte por un afloramiento rocoso en altura, donde se observa la presencia de tres bloques calizos apoyados sobre la roca que probablemente pertenecieron a la muralla original. El nivel de derrumbe está formado por bloques de tamaño heterogéneo, de tal forma que en la parte superior del mismo se localizan piedras de tamaño medio y en el nivel inferior mayores. La anchura de esta muralla oscila entre los 3,10 y 3,35 metros, mientras que la altura conservada es de 1,5 metros. En base a estos datos se le ha calculado una altura aproximada de entre 3,2 y 3,8 metros para el paramento interior y de unos 5 metros para el paramento exterior. En este sector se ha encontrado abundante material arqueológico, el cual ha permitido definir la existencia de un vertedero al exterior de dicha muralla.
El castro de La Ulaña se encontraba «atravesado» por una muralla transversal de unos 257 metros aproximadamente (ver imagen adjunta).Tiene una anchura de 3.5 metros y una altura conservada de poco más de 1 metro. En base a estos parámetros se cree que pudo tener una altura de entre 3,6 y 3,9 metros para el lienzo Oeste y entre 4,25 y 4,75 para el Este. Su morfología era de dos paramentos calizos grandes y medianos, con relleno de piedras pequeñas y medianas además de arcilla como material de cementación. La excavación en este sector permitió conocer cómo se fue construyendo conforme se iba extrayendo la materia prima, colocándose en algunos casos piedras grandes en la parte superior de la misma con lo que se produjeron varios derrumbes.
La vivienda
Un aspecto sobresaliente del yacimiento de La Ulaña es la existencia de destacados restos arqueológicos y la abundancia de materiales repartidos por la altiplanicie superior.
Según los descubrimientos de Luis Alberto González Sevilla, se aprecian numerosos cimientos o zócalos de piedra en viviendas de planta cuadrada o rectangular. En algunas se observan estancias o habitaciones internas bien diferenciadas y una amplia abertura o porche orientado hacia el este.
El tamaño de las mismas no es uniforme. Se aprecia la existencia de un gran edificio estrecho y alargado y de algunas cabañas de pequeñas dimensiones. Las dimensiones más comunes suelen ser de 10 x 5 m.
Se han encontrado fragmentos de barro procedentes del recubrimiento de las paredes de madera que sostenían la techumbre de la cabaña, construida a dos aguas. También se aprecian molinos barquiformes y circulares en el interior de las cabañas o delante de ellas.
La imagen superior corresponde al museo arqueológico de Argüeso donde existe una recreación de todo un poblado cántabro con un increíble nivel de detalle, basado en diversas excavaciones arqueológicas y en el conocimiento de la vida de los antiguos moradores de Regio Cantabrorum. Posee diversas cabañas, las cuales pertenecen a un yacimiento y época diferente datadas entre los siglos VII a I a.C. Cabe destacar que cada una de ellas está construida exactamente igual que antaño, utilizando materiales como arcilla, agua, piedra y techos vegetales.
Por lo que respecta a la reproducción de la cabaña de la Ulaña podemos decir que es la más avanzada cronológicamente hablando. Nos encontramos con la única construcción de planta rectangular de todo el museo. Data de la II Edad de Hierro, entre el 300 a.C. – 50 a.C y donde la influencia de los celtiberos alcanza su punto máximo dentro de las tierras cántabras. Posee un zócalo de una altura de unos 60 cm. Mide aproximadamente unos 6×3 metros con tejado a dos aguas.
En la meseta de Peña Ulaña, de 5 unos kilómetros de largo, nos encontraremos unas 250 estructuras en superficie, es decir, sin tener que haber excavado en el castro.
En esta cabaña podemos apreciar una serie de aperos de labranza y ganadería (hoces, azadas, tijeras de esquilar), así como lanzas, escudos y un ejemplar de hacha de 2 filos. Terminaremos viendo la cerámica, muy influida por los celtiberos. El uso del torno es algo ya muy común entre los diferentes poblados. La expansión de este tipo de vasijas viene dada porque la construcción de las mismas en madera pierde fuerza debido a que la madera se perdía rápidamente por el uso y la humedad.
En el siguiente enlace podemos encontrar más información sobre el tema
http://www.regiocantabrorum.es/publicaciones/poblado_cantabro
Hallazgos arqueológicos
Como veremos posteriormente, la gran cantidad de piezas y fragmentos hallados se corresponden cronológicamente con los momentos de transición de la I Edad del Hierro a la II, aunque no debemos de obviar otros objetos posteriores. La gran mayoría de estos materiales se han encontrado en el sector de la muralla Norte, destacando las cerámicas de arcilla refractaria, variada y tosca, de colores pardos oscuros al negro (elementos identificativos de la I Edad del Hierro). De otra época posterior, también fueron encontrados fragmentos cerámicos a torno con decoración pintada, oscilando su coloración entre el rojo y ocre (dependiendo esto del punto de fusión en la cocción oxidante).
Es frecuente encontrar en la superficie de la meseta superior del yacimiento de Peña Ulaña restos de cerámica celtibérica, escorias de fundición de hierro o bronce e incluso algunos objetos metálicos como una fíbula, pieza metálica utilizada en la antigüedad para unir o sujetar las prendas de vestir, de mediados del s. II a.C., también se han hallado dos prótomos, busto de un hombre o un animal empleado como adorno, de bronce, en forma de cabeza de caballo, placas de cinturón decoradas con motivos geométricos calados o incisos en forma de S, círculos concéntricos, sogueados, etc.
De este yacimiento parece ser diverso utillaje de hierro, de madera o cuero para el trabajo agrícola, por ejemplo hachas de hoja trapezoidal, así como algunas dagas biglobulares. También procedente de este castro parece ser un denario republicano romano del 75 a.C. de L. Rutilius Flacus, hay noticias sobre la aparición de otros denarios celtibéricos y alguna moneda romana de bronce de la caetra (escudo típico de Iberia, de forma redonda, entre 50 y 70 cm de diámetro de cuero o madera forrada en piel, apto para las guerras de guerrilla propias de las Guerras Cántabras). También se han localizado otros instrumentos metálicos identificables que nos sitúan en el contexto de la II Edad del Hierro: una aguja de bronce, un regatón (pieza, normalmente de hierro, que se pone en el extremo inferior de lanzas, garrochas, bastones, paraguas, etc., para darles mayor firmeza), un denario de Turiaso, fechado a principios del siglo I a.C.
Por último no debemos olvidar los restos faunísticos encontrados en el vertedero de la muralla norte, donde se pueden destacar los restos de animales domésticos por encima de los salvajes: Ovejas, cabras, caballos y por último, restos de jabalí.
Hallazgos tumulares
Tanto la muralla transversal, que divide en dos el castro como en el flanco sudeste se aprecian estructuras tumulares de piedra que pudieran ser necrópolis de la Edad del Hierro.
El hecho fundamental que caracteriza a la II Edad del Hierro en la meseta es la aparición, a partir del s. VI a.C. de los llamados “campos de urnas” asociados a castros y al rito de incineración con ricos ajuares, manifestaciones de la cultura celtibérica proveniente de la zona oriental de la Meseta Norte. El hallazgo de necrópolis tumulares en algunos castros como La Ulaña, Rebolledo Traspeña, Valtierra de Albacastro podría suministrar información sobre la introducción de los “campos de urnas”.
En el siguiente artículo reproducimos un artículo publicado por Elías Rubio Marcos sobre las ventanas con historia en la provincia de Burgos en el que hace alusión al escudo que enmarca la ventana de la casa de Ángel Corralejo, situada en la pared orientada hacia la carretera.
Elías Rubio, burgalés nacido en un pueblecito del Alfoz de Lara, se define “como muy abierto a las buenas personas y muy cerrado a las que sólo se escuchan a sí mismas, muy curioso por los temas arqueológicos, históricos y etnográficos, enamorado de su provincia y su cielo, de sus pueblos y de una manera de vivir que se fue, identificada con la tierra y el esfuerzo. Además de ciudadano del mundo, pese a que el mundo sea tan complicado”.
Su vasta producción literaria abarca temas tan variados como la espeleología, arqueología, etnografía, el folklore, las tradiciones,
Elías Rubio Marcos es un infatigable buscador, un inquieto investigador, un zahorí de hallazgos insólitos, un aventurero que se maravilla con los pequeños detalles y que ha sabido esculpir relatos apasionantes tras las historias de las gentes sencillas de los pueblos de la provincia y, además, ha tenido la generosidad de compartirlos. El afán por divulgar este acervo cultural le llevó a escribir el blog Memorias de Burgos, un cajón de sastre, según su propia denominación, en el que pieza a pieza va reconstruyendo la historia que queda al margen en manuales y enciclopedias.
Para mayor información sobre la producción literaria de este ilustre personaje podéis consultar el siguiente enlace:
http://www.arqytrad.blogspot.com.es
Centrándonos ya en el tema que nos ocupa transcribo literalmente el artículo que Elías ha publicado en su blog bajo el título “Ventanas con historia” en el que recoge la reseñada al principio existente en Humada.
Siguiendo la estela de las ventanas notables de Burgos, la que iniciamos aquí hace ya la friolera de seis años (20/6/2011), guardamos hoy, en el correspondiente compartimento de este Cajón de Sastre, dos nuevos ejemplares con mensajes inscritos. Una de ellas, la de Humada, del siglo XVI, es una maravilla artística, y por eso resulta extraño que no se encuentre en la fachada principal de la casa, bien orientada a la luz solar; en otoño e invierno, la joya vive en las sombras, y es una pena. Sin descartar del todo que fuera trasladad de otro lugar, parece lícito pensar que quien la mandó insertar en el actual muro, para mejor lucirla, debió tener muy en cuenta la calle mayor, en algún momento posible Camino Real y por ello lugar de tránsito de todo tipo de gentes. Haciéndolo así, todo el que pasaba junto a ella podía leer los mensajes o citas que se leen en sus piedras primorosamente labradas, tanto en el escudo sostenido por los dos heraldos de apariencia mitológica, mitad humanos mitad aves o sirenas (que las dos cosas parecen), como en la jamba de la izquierda, libre de interferencias. En el primero se lee
IN / HOC / SIGNO / VINCES con este signo (una cruz) vencerás
Y en la jamba
DISCE VIVERE, DISCE MORI aprende a vivir, aprende a morir
Queda por saber lo que se oculta en la otra jamba, la tapada por un inoportuno contrafuerte, si es que algo se esconde detrás. Sea como fuere, lo visto nos sirve para pensar que la casa (como se ha sugerido, probablemente transformada) debió pertenecer a algún eclesiástico, o quizá a algún noble de convicciones cristianas (¿perteneciente a la Orden de Malta, quizá? La dos cruces de malta, una sobre cada jamba, serían una pista). De lo que no hay duda es de que estamos ante una de la ventanas más bellas registradas en Burgos hasta el momento.
Para ver el artículo en su versión original podéis hacer clic en el siguiente enlace
http://arqytrad.blogspot.com/2017/01/ventanas-con-mensaje-en-humada-y_96.html
Este edificio, que en pueblo conocemos como la ermita del Barrio, se encuentra asentado sobre un pequeño cerro, aproximadamente a 500 m. al este del casco urbano y corresponde a las ruinas de un pequeño templo románico, acondicionadas como recinto del actual cementerio.
Como hemos visto en el artículo «Apuntes históricos» parece se que bajo el topónimo de Humada se agrupaban unos cuantos barrios conformando una entidad constituida por pequeños núcleos, cada uno con su parroquia, de las que conocemos los nombres de S. Andrés, S. Pedro, S. Quirce, S. Millán de Casasola, S. Martín y S. Miguel, de las cuales sólo las dos últimas han subsistido hasta nuestros días.
Su antigüedad indudablemente no coincide con una advocación tan moderna como es la Virgen del Rosario, cuya mayor expansión se produjo en el s. XVIII, por lo que cabe pensar que nos hallamos ante una de las parroquias medievales arriba citadas. Ninguna de las localizaciones que propone Gonzalo Martínez para las de San Quirce, San Pedro y San Andrés coincide con ésta, por lo que cabe pensar que fuera la de San Millán de Casasola, la única de la que se desconoce su ubicación concreta.
Hasta la década de los sesenta, del siglo pasado, existía una imagen románica conocida como Virgen del Barrio esta advocación viene a confirmar lo que acabamos de escribir.. Dicha imagen desapareció “misteriosamente” o no tan misteriosamente el caso es que el pueblo no recibió ninguna explicación.
Aunque sin cubierta, se conservan completos los muros del edificio original, cuyas reducidas dimensiones denotan la menguada población a que debía servir. Consta de cabecera cuadrada y una nave, con portada al sur, careciendo de todo rastro de campanario. A esta estructura se le ha añadido modernamente, para su uso cementerial, un cuerpo adosado al sur de la cabecera, que ha hecho desaparecer el muro de la epístola de la capilla mayor.
La cabecera está levantada en mampostería caliza, con utilización ocasional de alguna toba, como la pieza monolítica en que se ha hecho la pequeña saetera que preside el testero. Ha perdido todo el alero, al igual que la cubierta, que fue a dos aguas, seguramente sobre bóveda de cañón apuntado, de la que se llega a ver alguna pieza de la imposta lisa que servía de base.
También ha desaparecido el arco triunfal que daba paso a la nave, ligeramente más ancha que la cabecera pero apenas de 36 m2. Su construcción emplea los mismos materiales y despiece ya vistos, sin que se conserve tampoco el alero, aunque en este caso la cubierta debió ser de madera.
Entre su extrema sencillez destaca, casi como una mole, la portada, formada por un cuerpo avanzado sobre el muro, ahora en sillería arenisca, que también ha perdido todo rastro del tejaroz que debió poseer, aunque en el ángulo superior occidental de este cuerpo parece haberse reutilizado, en una reforma, un canecillo de chaflán.
El arco consta de cinco arquivoltas de medio punto, la primera, cuarta y quinta de simples dovelas cuadrangulares, la segunda cortada a chaflán y decorada con celdillas y la tercera con bocel entre mediascañas.
Carece de chambrana y los apoyos son en tres de los arcos sobre pilastras y en los dos restantes –tercero y quinto- sobre columnillas acodilladas, de basas áticas sobre corto podio y capiteles vegetales de hojas planas y extremos vueltos, a veces con delgados y alargados frutos en los intersticios. Los cimacios e impostas son de listel y chaflán y cabe resaltar el empleo de caliza blanca en las cestas, una piedra que permite una talla más exquisita.
A veces se ha dicho que esta portada ha sido reutilizada, pero creemos que se halla en su ubicación original como denota la planta de la iglesia adjunta.
Su morfología, que recuerda en cierto modo a la de Albacastro, tanto en forma como en decoración, corresponde a modelos tardíos, fechables en los años en que s. XII tocaba a su fin.
En la iglesia parroquial de Humada, templo gótico de planta de cruz latina, nave única cubierta con dos tramos de bóvedas estrelladas y cabecera poligonal, dedicado a san Miguel, se conserva la pila bautismal de traza románica que bien pudiera haber sido trasladada desde la ermita del cementerio. Presenta copa semiesférica gallonada y con bocel en la embocadura, de 95 cm de diámetro x 58 de altura. Se alza sobre un tenante cilíndrico de 42 cm de altura, decorado con una gruesa serpiente a modo de bocel y cabecitas de orejas puntiagudas y bolas sobre el plinto.
Texto MDMP/JNG-Planos JGP-Fotos JMRM/JLAO
Bibliografía
MARTÍNEZ DÍAZ, G., 1981, t. I, p. 395; MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1987, pp. 363-366, PALOMERO ARAGÓN, F. e ILLARDIA GÁLLIGO, M. 1991-1992, t. II, pp. 53-54; VALDIVIELSO AUSÍN, B., 1999, p. 209
Texto e imágenes copiados de:
http://www.romanicodigital.com/documentos_web/
Reseña en un periódico de la época sobre la actuación artístico-literario-teatral, llevada a cabo por los niños y jóvenes de Humada en las Navidades de 1.934