El castro de la Ulaña

Fuentes consultadas

http://www.regiocantabrorum.es/publicaciones/castro_de_la_ulana_humada

Bibliotheca Archaelogica Hispana 5 “Los Cántabros antes de Roma”. 2ª Edición. Real Academia de la Historia 2003. Autor: Eduardo Peralta Labrador.

Situación

El castro de la Ulaña (Humada/Burgos) se encuentra situado en una increíble atalaya natural entre las localidades de San Martín de Humada, Los Ordejones y Humada, dando esta última nombre al municipio donde se sitúa.

Mapa: José Luis García Ubierna (Diario de Burgos, Domingo, 10 de Diciembre de 1995, pág. 33)

Datación

Para establecer un arco temporal de ocupación se han utilizado varios métodos de datación. En primer lugar, gracias a los análisis de termoluminiscencia realizados por el Laboratorio de Datación y Radioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid y a los de Carbono 14 realizados esta vez por Geochron Laboratories (Cambridge, Massachusets-USA), se ha podido determinar de un modo rotundo su cronología. Se realizaron diversas pruebas sobre dos de las estructuras habitables. Ambas, arrojaron resultados que las ubicaban entre mediados del siglo III a.C y el tercer cuarto del siglo I a.C (en la primera estructura) y entre el primer cuarto del siglo IV a.C y el primer cuarto del siglo I a.C en la segunda estructura.

La cronología de los materiales hallados no hace más que refrendar los datos obtenidos en los análisis. Las piezas cerámicas señalan dos etapas bien diferenciadas y continuadas en el tiempo: Transición entre la I Edad del Hierro y la I(finales del IV y principios del III a.C) hasta la época celtibérica, entre el 300 a.C y mediados del siglo I a.C.

Sin embargo otros arqueólogos e historiadores como Eduardo Peralta Labrador afirman que este castro parece que tuvo un único nivel de ocupación correspondiente a la época celtibérica, desapareciendo en la romana.

Este hecho parece demostrar que, por su posición geográfica, tuvo que desempeñar un papel de primer orden y verse implicado de manera directa en las Guerras Cántabras entre los años 29 al 19 a.C. contra el emperador Augusto, quien tenía su campamento en Segisamo (Sasamón). A este respecto parece ser que se han encontrado bolas de plomo utilizadas por los romanos como proyectiles de las hondas.

Por lo que respecta al valle de Valdehumada junto al castro de la Ulaña se hallan otros yacimientos castreños de menor extensión en Ordejón de Abajo, Ordejón de Arriba, Rebolledo de Traspeña, Congosto, San Martín  de Humada y Villamartín de Villadiego.

Descripción

El cerro donde se ubica posee una altitud de entre 1.120 y 1.226 metros, ocupando una extensión aproximada de 285 hectáreas. La  primera referencia sobre su existencia la cita J.A. Abásolo en la «Carta arqueológica de la provincia de Burgos. Partidos judiciales de Castrojeriz y Villadiego«, publicada en el año 1978. Concretamente escribe sobre un castro que ocupa una extensión aproximada de 1,5 km, con murallas que alcanzan hasta 2,5 metros de alto y que proporcionaron fragmentos cerámicos. Del mismo modo, en esa misma carta arqueológica, publica la existencia de otro castro que estaría ubicado un nivel inferior, con muralla y puerta de acceso.

El yacimiento de La Ulaña tiene una extensión aproximada de 586 hectáreas, ocupando 285 la plataforma superior caliza donde se ubicaba el castro. Sobre este dato nos vemos en la obligación de hacer un alto en el camino. Esto lo convierte en el mayor castro de la II Edad del Hierro de la Península Ibérica y uno de los más extensos de Europa. Respecto a las estructuras «habitables«, se han encontrado un total de 267, de las cuales hay gran parte que responden a un espacio cronológico más cercano al nuestro, aun siendo antiguas. De todos modos, muchas de ellas son prerromanas, existiendo una gran variedad en cuanto a su forma: ovaladas, rectangulares, circulares, en forma de la letra griega «pi» y un largo etc.

Su ubicación, como en la gran mayoría de los castros de la zona, no es algo casual. Se sitúa sobre un cerro natural de orografía muy escarpada, siendo muy complicado su acceso debido al fuerte desnivel que posee. El lado más «accesible» (aún sin serlo realmente) se encuentra al Norte del Castro, situándose en este punto casi la totalidad de sus accesos. Por el contrario desde el Sur resultaba prácticamente imposible alcanzar la plataforma superior, al menos a lo largo de 3 kilómetros, ya que existen una serie de farallones naturales que en muchos casos alcanzan los 60 metros de altitud (de ahí que no exista muralla en esa vertiente).

El sistema defensivo

Sus dimensiones nos indican que tuvo que ser un oppidum, asentamiento tipo ciudad-fortaleza o centro principal de uno de los grandes populi o pueblo en que se subdividían los cántabros o posiblemente un lugar donde refugiarse de nuevo ante la amenaza militar romana.

Veamos a continuación su estructura defensiva y características más destacables.

Antes de comenzar a evaluar el sistema defensivo del castro de La Ulaña, debemos de aclarar un aspecto fundamental para entender la diferencia entre el castro y el conocido como «Cinto«.

El yacimiento al completo tiene una extensión total de 586 hectáreas, de las cuales 285 pertenecen al plano superior por lo que se deduce que las  301 restantes pertenecen a los «aledaños» o vaguada del castro, concretamente a los sectores que conectan la parte más «baja» del yacimiento con el altiplano que veis en la imagen. Esta diferenciación es fundamental para comprender las estructuras defensivas del recinto castreño. Como podemos imaginar, la gran extensión de este sector junto con las murallas de La Ulaña, hacían de este lugar un poblado casi inexpugnable.

La estructura se encuentra delimitada  al norte por un afloramiento rocoso en altura, donde se observa la presencia de tres bloques calizos apoyados sobre la roca que probablemente pertenecieron a la muralla original. El nivel de derrumbe está formado por bloques de tamaño heterogéneo, de tal forma que en la parte superior del mismo se localizan piedras de tamaño medio y en el nivel inferior mayores. La anchura de esta muralla oscila entre los 3,10 y 3,35 metros, mientras que la altura conservada es de 1,5 metros. En base a estos datos se le ha calculado una altura aproximada de entre 3,2 y 3,8 metros para el paramento interior y de unos 5 metros para el paramento exterior. En este sector se ha encontrado abundante material arqueológico, el cual ha permitido definir la existencia de un vertedero al exterior de dicha muralla.

El castro de La Ulaña se encontraba «atravesado» por una muralla transversal de unos 257 metros aproximadamente (ver imagen adjunta).Tiene una anchura de 3.5 metros y una altura conservada de poco más de 1 metro. En base a estos parámetros se cree que pudo tener una altura de entre 3,6 y 3,9 metros para el lienzo Oeste y entre 4,25 y 4,75 para el Este. Su morfología era de dos paramentos calizos grandes y medianos, con relleno de piedras pequeñas y medianas además de arcilla como material de cementación. La excavación en este sector permitió conocer cómo se fue construyendo conforme se iba extrayendo la materia prima, colocándose en algunos casos piedras grandes en la parte superior de la misma con lo que se produjeron varios derrumbes.

La vivienda

Un aspecto sobresaliente del yacimiento de La Ulaña es la existencia de destacados restos arqueológicos y la abundancia de materiales repartidos por la altiplanicie superior.

Según los descubrimientos de Luis Alberto González Sevilla, se aprecian numerosos cimientos o zócalos de piedra en viviendas de planta cuadrada o rectangular. En algunas se observan estancias o habitaciones internas bien diferenciadas y una amplia abertura o porche orientado hacia el este.

El tamaño de las mismas no es uniforme. Se aprecia la existencia de un gran edificio estrecho y alargado y de algunas cabañas de pequeñas dimensiones. Las dimensiones más comunes suelen ser de 10 x 5 m.

Se han encontrado fragmentos de barro procedentes del recubrimiento de las paredes de madera que sostenían la techumbre de la cabaña, construida a dos aguas. También se aprecian molinos barquiformes y circulares en el interior de las cabañas o delante de ellas.

La imagen superior corresponde al museo arqueológico de Argüeso donde existe una  recreación de todo un poblado cántabro con un increíble nivel de detalle, basado en diversas excavaciones arqueológicas y en el conocimiento de la vida de los antiguos moradores de Regio Cantabrorum. Posee diversas cabañas, las cuales pertenecen a un yacimiento y época diferente datadas entre los siglos VII a I a.C. Cabe destacar que cada una de ellas está construida exactamente igual que antaño, utilizando materiales como arcilla, agua, piedra y techos vegetales.

Por lo que respecta a la reproducción de la cabaña de la Ulaña podemos decir que es la más avanzada cronológicamente hablando. Nos encontramos con la única construcción de planta rectangular de todo el museo. Data de la II Edad de Hierro, entre el 300 a.C. – 50 a.C y donde la influencia de los celtiberos alcanza su punto máximo dentro de las tierras cántabras. Posee un zócalo de una altura de unos 60 cm. Mide aproximadamente unos 6×3 metros con tejado a dos aguas.

En la meseta de Peña Ulaña, de 5 unos kilómetros de largo, nos encontraremos unas 250 estructuras en superficie, es decir, sin tener que haber excavado en el castro.

En esta cabaña podemos apreciar una serie de aperos de labranza y ganadería (hoces, azadas, tijeras de esquilar), así como lanzas, escudos y un ejemplar de hacha de 2 filos. Terminaremos viendo la cerámica, muy influida por los celtiberos. El uso del torno es algo ya muy común entre los diferentes poblados. La expansión de este tipo de vasijas viene dada porque la construcción de las mismas en madera pierde fuerza debido a que la madera se perdía rápidamente por el uso y la humedad.

En el siguiente enlace podemos encontrar más información sobre el tema

http://www.regiocantabrorum.es/publicaciones/poblado_cantabro

Hallazgos arqueológicos

Como veremos posteriormente, la gran cantidad de piezas y fragmentos hallados se corresponden cronológicamente con los momentos de transición de la I Edad del Hierro a la II, aunque no debemos de obviar otros objetos posteriores. La gran mayoría de estos materiales se han encontrado en el sector de la muralla Norte, destacando las cerámicas de arcilla refractaria, variada y tosca, de colores pardos oscuros al negro (elementos identificativos de la I Edad del Hierro). De otra época posterior, también fueron encontrados fragmentos cerámicos a torno con decoración pintada, oscilando su coloración entre el rojo y ocre (dependiendo esto del punto de fusión en la cocción oxidante).

Es frecuente encontrar en la superficie de la meseta superior del yacimiento de Peña Ulaña restos de cerámica celtibérica, escorias de fundición de hierro o bronce e incluso algunos objetos metálicos como una fíbula, pieza metálica utilizada en la antigüedad para unir o sujetar las prendas de vestir, de mediados del s. II a.C., también se han hallado dos prótomos, busto de un hombre o un animal empleado como adorno, de bronce, en forma de cabeza de caballo, placas de cinturón decoradas con motivos geométricos calados o incisos en forma de S, círculos concéntricos, sogueados, etc.

De este yacimiento parece ser diverso utillaje de hierro, de madera o cuero para el trabajo agrícola, por ejemplo hachas de hoja trapezoidal, así como algunas dagas biglobulares.  También procedente de este castro parece ser un denario republicano romano del 75 a.C. de L. Rutilius Flacus, hay noticias sobre la aparición de otros denarios celtibéricos y alguna moneda romana de bronce de la caetra (escudo típico de Iberia, de forma redonda, entre 50 y 70 cm de diámetro de cuero o madera forrada en piel, apto para las guerras de guerrilla propias de las Guerras Cántabras). También se han localizado otros instrumentos metálicos identificables que nos sitúan en el contexto de la II Edad del Hierro: una aguja de bronce, un regatón (pieza, normalmente de hierro, que se pone en el extremo inferior de lanzas, garrochas, bastones, paraguas, etc., para darles mayor firmeza), un denario de Turiaso, fechado a principios del siglo I a.C.

Por último no debemos olvidar los restos faunísticos encontrados en el vertedero de la muralla norte, donde se pueden destacar los restos de animales domésticos por encima de los salvajes: Ovejas, cabras, caballos y por último, restos de jabalí.

Hallazgos tumulares

Tanto la muralla transversal, que divide en dos el castro como en el flanco sudeste se aprecian estructuras tumulares de piedra que pudieran ser necrópolis de la Edad del Hierro.

El hecho fundamental que caracteriza a la II Edad del Hierro en la meseta es la aparición, a partir del s. VI a.C. de los llamados “campos de urnas” asociados a castros y al rito de incineración con ricos ajuares, manifestaciones de la cultura celtibérica proveniente de la zona oriental de la Meseta Norte. El hallazgo de necrópolis tumulares en algunos castros como La Ulaña, Rebolledo Traspeña, Valtierra de Albacastro podría suministrar información sobre la introducción de los “campos de urnas”.