5 de febrero de 2025

Acuerdos concejiles 1950

COSTUMBRES Y TRADICIONES EN TORNO A LA CELEBRACIÓN DE LAS BODAS EN LA PROVINCIA DE BURGOS.

VALDIVIELSO ARCE, Jaime L.

En el folklore de la provincia de Burgosvhay abundantes muestras de cantos de boda que tradicionalmente se cantaban para felicitar y dar la enhorabuena a los novios, padrinos, padres, familiares…


Junto a estos cantos de boda, llamados «epitalamios» han existido costumbres en torno a la celebración de las bodas, como por ejemplo las «empajadas», o las «cencerradas», la costumbre de cobrar «la patente» o el «botejón», llevando el regocijo y la alegría ante estos acontecimientos que entonces se celebraban en los mismos pueblos, siguiendo los ritos y ceremonias que habían pasado de padres a hijos.

La celebración de las bodas en los pueblos, sobre todo cuando se hacían «los tratos», la «pedida de mano» entre las familias del novio y de la novia se procuraban mantener en secreto el mayor tiempo posible por si las cosas no se encauzaban satisfactoriamente y el matrimonio que se pretendía celebrar no se llevaba a efecto.
Cuando culminaban satisfactoriamente «los tratos» se fijaba la fecha de la boda así como los detalles y pormenores, como quiénes iban a ser los padrinos y todo lo referente a la dote, gastos, etc.

Cuando se comunica al párroco el deseo de celebrar la boda en la fecha que se había determinado, él fijaba los tres domingos o días festivos en los que, en la misa mayor, los novios deberían «leerse» o sea, el párroco, leería las tres canónicas moniciones, comunicando a la feligresía que querían contraer matrimonio, según establecía la Iglesia, fulano y fulana, pidiendo a los presentes que si conocían algún impedimento, por el cual este matrimonio no pudiera celebrarse, lo comunicasen cuanto antes…


El primer domingo en que se hacían las amonestaciones era normal que el novio invitase a los mozos después de misa en la taberna del pueblo. Si el novio era de otro pueblo estaba establecido que pagase el «canon», «la cuota», la «patente», Si el novio forastero se negaba a abonarlo por chulería o por las razones que fuesen, podía pasarlo mal. En primer lugar y con buenas razones trataban de convencerle de que debía pagar puntualmente lo que estuviera establecido. Normalmente era una cantidad de dinero que se empleaba para invitar a los mozos, o también lo que se estipulaba era una cantidad concreta de vino, una cántara, o lo que fuese. Podían también gastarle bromas pesadas, como por ejemplo “darle la cencerrada”  haciendo ruido en torno a la casa la noche de bodas, en algunos pueblos más brutos tenía la costumbre de tirarlo al pilón abro a abrevadero.

Normalmente el novio pagaba sin rechistar porque no le interesaba entrar en la nueva familia con fama de “agarrado” o “tacaño”. Y tampoco le interesaba enfrentarse con los mozos del pueblo de la novia por tan poca cosa, ya que esta costumbre tenía como finalidad el celebrar la despedida de la cuadrilla de los mozos de una compañera, como la celebraban normalmente cuando los dos contrayentes eran naturales del pueblo.

En otros años, no lejanos, casi todas las bodas se celebraban en los pueblos y la costumbre aceptada era que se celebrara en el de la novia, si cada uno era de distintos pueblos. En ellas participaban los invitados por ambas partes, que eran casi todos los familiares más allegados y los amigos del novio y de la novia.

En el siguiente documento escrito se fijan las cantidades, en dinero o especie (generalmente cuartillas de vino) que deben pagar los novios al casarse.

1 cuartilla equivale a la cuarta parte de una cántara = 16 litros

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