Por tierras de Villadiego y Humada en BTT

RUTA EN MOUNTAIN BIKE

POR TIERRAS DE VILLADIEGO Y HUMADA

Diario de Burgos/Luis Markina Espinosa

Casi todos los pueblos tienen un denominador común: La presencia sobre el horizonte de la fastuosa e impresionante Peña Amaya (1.374 m)

Muchos son los pueblos que pertenecen a los ayuntamientos de Villadiego y Humada y muchas las personas que nunca han oído hablar de ellos.

La ruta que iniciamos pasa por una decena de pueblos separados por livianos valles, montes salpicados de robles y encinas y entre ellos campos de cereal. Casi todos con un denominador común: la presencia sobre el horizonte de la fastuosa Peña Amaya (1.374 m.) tantas veces disputada por cántabros, visigodos, musulmanes, … Sobre sus enriscados peñascos se levantaba una desafiante acrópolis de la cual sólo quedan algunos restos de murallas sobrevoladas por buitres y águilas.

Peña Amaya y peña Castro a su derecha

ACCESO EN COCHE

Partimos de la capital por la autovía de León A-231, salimos en Villanueva de Argaño para tomar la CL-627 que nos llevará hasta Villadiego. En este punto tomaremos la BU-621 que va hacia Humada. Una señal nos indica, a 5 km, el inicio de la ruta en Villalbilla de Villadiego, a 46 km de Burgos.

DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO

KM 0,000 VILLALBILLA DE VILLADIEGO

Según entras al pueblo te encuentras con una encrucijada de carreteras, continúa de frente por la calle recubierta de cemento, a tu derecha en un alto la iglesia con su desvencijado reloj y la mayoría de las casas. Al sobrepasar la última de las casas comienza un camino ancho de arena y piedrecillas que en menos de 900 m pasa junto a un molino bien sombreado. Continuamos pedaleando paralelos al arroyo de la Gargantilla encontrándonos, muy cerca de Hormicedo, una espesa chopera a nuestra derecha.

Villalbilla de Villadiego

KM 2,440 HORMICEDO

Pueblo abandonado donde se evidencia la depredación de los hombres. Su iglesia se ha visto sometida a un vandálico pillaje quedando sólo parte de su estructura original, lo mismo les ha ocurrido al resto de las casas.

Hormicedo,, pueblo abandonado

Sin cruzar el río continuamos por el camino de la izquierda, pegado a las ruinas de la iglesia, para ascender suavemente por entre el Vallejo que forman los montes de “La Sierpe” y “El Ulago”, este último hace honor a los numerosísimos matorrales de porte bajo que con sus espinas punzantes nos causan tantas averías. “Huele a aulagas es sinónimo de que huele a pinchazos”.

Pedalearemos con fuerza remontando el arroyo  cubierto de vegetación para, en una encrucijada, (km 3,750) seguir de frente. Pronto la antena de TV instalada en lo alto del Portillo se nos hace visible, con dirección caminamos saliendo a un cortafuegos.


CORTAFUEGOS

De frente por el ancho cortafuegos, no hagas caso del camino que sube a la izquierda, proseguimos bordeando el pinar sin tomar ninguna desviación. Unos 600 m después comienza una cerca de palos y alambres, paralela a ella el cortafuegos nos brinda diversión con sus toboganes naturales de arena. Al finalizar la cerca, el cortafuegos gira 90º a la izquierda (km 6,900) y muy pronto se convierte en camino. Ahora, sin tomar ninguna desviación y siempre paralelos (parte derecha) al alargado paredón rocoso, nos iremos acercando, entre campos de cultivo, robles y aulagas a Ordejón de Arriba. El camino en algunos tramos se encuentra sembrado o arado. Igualmente en el km 9,500 te verás obligado a salvar una zanja para poder proseguir por el camino de frente hasta adivinar a lo lejos dos aislados crestones rocosos que nos anuncian la llegada al pueblo.

KM 11,000 ORDEJÓN DE ARRIBA

Pueblo recogido, situado al pie de escarpados farallones de la Peña Ulaña. Desde su fuente salimos por el camino de arena pegado a una típica casa con portada de piedra y pasadizo. Rodeándola damos con la torre del transformador antiguo y de allí descendemos hasta la carretera. La cruzamos para continuar por el camino que sale justo enfrente, poco después subiremos, por el más marcado,  hacia la derecha hasta llegar a un alto desde donde se nos hacen visibles los dos Ordejones. Descendiendo enseguida entramos al pueblo cruzando un arroyo.

Ordejón de Arriba, al fondo Peña Ulaña


KM 13,200 ORDEJÓN DE ABAJO

Nos dirigimos hacia su iglesia con marcada influencias románicas (s. XVI), muy cerca de ella se encuentra la fuente, al lado de la carretera, la cual cruzaremos allí mismo  para irnos por el camino que sale de frente, pegado a un vano, a subir por el arenal. Sin tomar ninguna desviación, continuamos avanzando dejando a nuestra derecha la aislada e imponente roca del paredón de la Ulaña.

Pedaleando entre campos de cultivo, descendemos por un Vallejo en dirección a la, cada vez más cercana, Peña Amaya. Pronto nos acompañará el río Odra, al lado del mullido camino de hierba, que más adelante se llena de rodadas hasta su final en la carretera.

Ordejón de Abajo, a la derecha Peña Castillo


KM 18,000 CRUCE DE CARRETERAS

Derecha: Villadiego, 19 km; izquierda: Villamartín de Villadiego, 3 km; Medio: Humada, 1 km. Hacia este último nos dirigimos por la carretera.

KM 19,000 HUMADA

Según entramos en el pueblo en la parte derecha se distingue una hermosa ventana labrada en piedra con elegantes detalles. Tras recorrer el pueblo retrocedemos de nuevo hasta el cruce y de allí nos encaminamos hacia Villamartín de Villadiego.

Iglesia de Humada

Iglesia de Humada
Humada desde la Lorilla


KM 23,200 VILLAMARTÍN DE VILLADIEGO

Pueblo postrado ante la inmensa mole rocosa, Peña Amaya, de lo que fue un territorio codiciado por diversos pueblos a lo largo de la historia y que hoy sirve de refugio de buitres, alimoches, águilas reales, etc.

Una fuente pegada a la tapia de la iglesia nos invita a hacer un alto y reponer fuerzas a la sombra de los nogales, junto al pórtico de la iglesia, adornado de arcos y asientos de piedra.

Pletóricos, después de contemplar tan abruptos paisajes, abandonamos el pueblo saliendo por donde entramos hasta el cruce junto a la ermita.

Villamartín de Villadiego, al fondo Peña Amaya


KM 23, 500 CRUCE, ERMITA LA PILARICA

Ermita del Pilar, Villamartín de Villadiego

Giramos por la carretera hacia la derecha para una vez recorridos unos 130 m dejarla por un camino que sube hacia la izquierda salvando un fuerte repechón. Alternando subida y bajados llegamos a una encrucijada de caminos en lo alto, donde continuaremos de frente, dejando unos 100 metros después un camino a la derecha. Cuando llegues a otra encrucijada, elige el camino más marcado, a tu derecha, y que recorre un liviano vallejo, entrando enseguida en un monte salpicado de encinas y sabina. El camino es de firme pedregoso y no es complicado adivinarle, ya que clarea ligeramente sobre el monte. Una fuerte bajada trialera con abundantes piedra nos deja en la iglesia del pueblo de Congosto.


KM 28,300 CONGOSTO

Los pocos vecinos y muchas casas en ruinas nos hablan de un pueblo como tantos otros en decadencia, Pasamos por delante de la casa del Ayuntamiento, rematada por una primorosa campana, a su lado la fuente. Salimos por la pista de concentración hacia Villavedón, paralelos al Odra. Abandonamos la pista al llegar al primer camino a la izquierda y por él continuamos cruzando enseguida el río Odra por un puente de piedra con firme de cemento.

Iglesia de Congosto

Sin tomar ninguna desviación avanzamos por el camino paralelo al río y a la pista (parte derecha). Cuando llevemos recorridos unos 800 m (desde el puente) nos desviamos del camino hacia la izquierda para ir ascendiendo siempre por el más marcado, hacia la derecha, hasta llegar a un alto donde encontrarás una encrucijada de caminos con una extensa vista. Continúa de frente para, tras ligeras bajadas y subidas por un camino que se encuentra sembrado a trozos, llegar a Rioparaiso.


KM 32,700 RIOPARAISO

Pueblo con recias construcciones en piedra con bellos escudos en sus puertas.

Rioparaíso, entrada al pueblo

Escudos en Rioparaíso

Nada más pasar la iglesia salimos a la carretera girando por ella hacia la derecha para acercarnos entre campos de cultivo hacia Palazuelos de Villadiego.

KM 37,890 PALAZUELOS DE VILLADIEGO

Entramos en el pueblo, que queda a nuestra izquierda, por la segunda calle. Ésta le atraviesa y empalma, tras pasar un riachuelo, con la pista de concentración que pronto cruza el río Moralejos, perdiéndose en el horizonte. Sin salirse de ella llegaremos a un tramo asfaltado donde giraremos hacia la izquierda rebasando en breve el aislado cementerio de Barrios de Villadiego. Cruzando la carretera entramos en el pueblo.

Iglesia de Palazuelos de Villadiego


KM 42,120 BARRIOS DE VILLADIEGO

Desde el centro del pueblo, donde se encuentra la iglesia y la fuente, cogeremos la calle asfaltado de cemento que sale a la izquierda, al pie de la carretera, para, de nuevo, enlazar con la pista de concentración (asfaltada) que nos dejará en el punto de partida.

Iglesia de Los Barrios de Villadiego

KM 45,120 VILLALBILLA DE VILLADIEGO.

Comienzo y final del recorrido

Cascada Yeguamea

RUTA YEGUAMEA

Este bello paraje se encuentra enclavado muy cerca del pueblo burgalés de Fuenteodra y cerca, asimismo, del nacimiento del río Odra, localizado en  la fuente de la Magdalena perteneciente al pueblo de Rebolledo Traspeña.

Fuenteodra, al fondo Peña Lora

 Esta zona, configurada por un gran circo o anfiteatro de terrenos calcáreos, donde, debido a un proceso kárstico, se han originado una sucesión de surgencias que originan fuentes, rápidos, ollas o marmitas y cascadas típicas del paisaje kárstico. Nos encontramos con un claro ejemplo de una red de interconexión de la capa freática en las entrañas de la meseta de La Lorilla. El conjunto de todos estos manantiales configuran el nacimiento del Odra.

Es particularmente interesante la cascada de Yeguamea, que mana violentamente desde una pared lateral, flanqueada a ambos lados por dos surgencias de menor caudal conocidas como los potrillos.  Es una pena que, por su carácter intermitente, no podemos disfrutar de ella todo el año, manifestando toda su belleza en época de lluvias abundantes, de nieve o deshielo.

Imprescindible acercarnos a la fuente Manapites, también condicionada por las lluvias y nieves, donde brota el agua de forma que parece hervir. Este fenómeno hace que las piedras angulosas, al erosionarse, se transformen en pequeños cantos redondeados y finos, conocidos en la zona como “pites”. De ahí el nombre de Manapites.

También debemos tener en cuenta otros accidentes geológicos muy próximos como el “pozo del Corral”, el “pozo de las Aceites” y la fuente de la Magdalena, abundante manantial que surte de agua a los vecinos de Rebolledo Traspeña y Fuenteodra y lugar de nacimiento del río Odra como hemos indicado anteriormente.

CUÁNDO IR

Se aconseja realizar esta ruta en invierno o principios de primavera después de una época de lluvias. El agua de lluvia, tras filtrarse en toda la superficie de la meseta de la Lorilla, rebosa formando cascadas. Éste es el motivo de su intermitencia y el de por qué es importante escoger bien la época de realización de esta ruta para así poder disfrutar plenamente de su belleza. En primavera podemos disfrutar tanto del agua como del mosaico florístico que la vegetación de la pradera nos brinda. La ruta presenta alguna dificultad en la parte superior de Yeguamea por lo que hay que hacerla con cuidado y un calzado que no resbale.

CÓMO LLEGAR

Para llegar al pueblo de Fuenteodra, tenemos dos posibilidades: a través de Villadiego-Sotresgudo hasta Humada o por la carretera de Aguilar de Campoo desviándonos en Talamillo del Tozo hasta Humada. Desde Humada tomamos la carretera que nos lleva a Fuenteodra cuyo indicador está perfectamente señalizado.

FUENTEODRA

Fuenteodra es uno de los núcleos de población diseminados por el valle de Valdehumadas que conforman el hábitat de la zona y que tienen las características propias de un pueblo de montaña. Su nombre nos indica claramente que es donde nace el río Odra. Formado por casas de piedra con patios interiores y grandes corrales. Entre las casas, aún podemos ver el potro donde se herraban las vacas, los hornos comunitarios donde se hacía el pan y, desde cualquier punto del pueblo, la mole de su iglesia renacentista dominándolo todo. Lo primero que podemos observar, en las inmediaciones del pueblo, son las praderas y huertas en su mayoría ya abandonadas, limitadas por paredes de piedra de sillarejo. Era tradicional el cercar pequeñas parcelas, cercanas al pueblo, con una pared de piedras superpuestas pero sin argamasa.

Vista aérea de Fuenteodra

ITINERARIO

Un poco antes de llegar a Fuenteodra, desde la carretera, mirando hacia la derecha ya podemos divisar, al frente la cascada de Yeguamea, que brota de la pared rocosa en época de lluvia, nieve o deshielo. Tomamos  a la derecha, un camino de concentración que cruza la carretera. Una nave ganadera, situada a borde del camino, nos sirve de orientación.

A la izquierda por el centro del valle discurre impetuoso y de aguas cristalinas el río Odra. Ya antes de llegar a las paredes rocosas, veremos cómo desde el hueco de la parte superior de una pared, cae una cascada y oiremos el estruendo del agua al chocar contra el suelo, es la cascada de “Yeguamea”.

 CASCADA YEGUAMEA

 Seguimos avanzando por este camino y tras una corta ascensión vemos ante nosotros el anfiteatro en en cual aparece la cascada de la Yeguamea, que es espectacular ya que surge como un chorro de la misma roca, aunque sólo en épocas de deshielo o lluvias fuertes o prolongadas. Podemos observar, a ambos lados de la cascada principal otras dos de menor caudal, son los “potrillos”. Para apreciar mejor la belleza de este singular paraje dejamos el camino y nos acercamos a la cascada.

Cascada Yeguamea

Para disfrutar del momento que nos brinda, pasando por detrás de ella pegados a la roca. El único inconveniente es que cuando sopla el viento hay que pasar deprisa y aún así podemos mojarnos un poco. El ruido del agua al chocar con la roca del suelo es impresionante y sobrecogedor.

FUENTE MANAPITES

Ascendemos y, de nuevo, retomamos el camino que habíamos dejado. Atravesamos un corte natural hecho por la erosión del agua y por el que se sube hasta la Lorilla y que servía de comunicación con el valle de Valdelucio. Dejamos el camino y giramos hacia la izquierda bordeando la cascada por su parte superior para dirigirnos a la fuente Manapites. Esta zona, aunque posee senderos bien delimitados,  en días de lluvia, nieve o hielo,  puede ser peligrosa pues corremos el riesgo de resbalarnos por lo que es conveniente extremar las precauciones y llevar un calzado adecuado y no acercarnos demasiado al borde del precipicio.

Fuente Manapites

 

Seguimos caminando teniendo el río Odra a nuestros pies hasta llagar a la fuente Manapites, surgencia intermitente que mana en invierno y primavera. Su nombre viene porque mana “pites”, es decir, cantos rodados de pequeño tamaño. Esta característica se debe a la fuerza con que sale el agua cuyos borbotones mueven las piedras más pequeñas del fondo y al cabo del tiempo, por erosión, suaviza sus caras formando cantos redondos y finos conocidos como “pites”. Debajo de “Manapites”, vemos cómo el agua se precipita y cae en el “Pozo de la Olla”, con formas típicas de la erosión producida por el roce de las piedras.

Pozo de la Olla

POZO DE LAS ACEITES Y POZO DEL CORRAL

Siguiendo aguas arriba llegamos al “Pozo de los Aceites”, llamado así por el color verde aceitoso del fondo, desde donde vemos como se precipita el agua desde arriba. Si se pone atención, se puede ver en el cauce del río la huella del caballo de Santiago Apóstol y de su cachaba. Según la tradición local parece ser que también pasó por estas tierras. Desde este punto, sale un camino a la izquierda que atraviesa esa zona llamada “Cervigadero”.

Siguiendo aguas arriba, hay una bifurcación del río; la de la izquierda, apenas lleva agua más que en época de crecida. Se sube por la ladera para seguir este cauce y vemos en la zona baja una chopera y el “Pozo del Corral”. Esta zona de continuas cascadas y pequeños pozos labrados en la roca, e incluso cuevas y galerías hundidas, ha dado origen a numerosas leyendas como la ya citada que cuenta que una gigantesca serpiente vivía enrollada en el “Pozo del Corral” y fue Santiago Apóstol quién acabó con ella.

Otro aspecto a tener en cuenta es que en esta zona encontramos gran cantidad de fósiles marinos lo que nos indica que en épocas pasadas estos terrenos estuvieron sumergidos bajo las aguas marinas.

Retrocedemos mientras volvemos por dónde hemos ido subiendo y volvemos a ver alguna de las cascadas por las que hemos pasado: cascada sobre el Pozo de las Aceites y  Pozo del Corral y seguimos por el camino de la derecha, cerca del depósito de agua para llegar al pueblo por detrás de la iglesia.

Pozo del corral

FUENTE

http://www.villadiego.es/sites/www.villadiego.es/files/turismo-y-ocio/rutas/caminandoporlasloras0405yeguamea.pdf

http://sendasdeburgos.blogspot.com.es/2014/11/fuentes-del-odra.html

http://tierrasdeburgos.blogspot.com.es/2014/04/escultura-del-agua-nacimiento-del-odra.html

Peña Ulaña

                                            PEÑA ULAÑA

La Peña Ulaña se halla situada en el extremo noroccidental de la provincia, muy cerca de Peña Amaya.  Su longitud sobrepasa los 5 km en dirección NW-SE y una altitud superior a los 1.140 m, Su anchura máxima es de poco más de un kilómetro en dirección N-S. La máxima altura se alcanza en el extremo oriental, recibe el nombre de Picacho Volantín (1.226 m), señalizado por un vértice geodésico. En el extremo occidental alcanza la altura de 1.177 m. en la punta de Royo Cinto.

Peña Ulaña desde Humada

La Ulaña forma parte de un paisaje típico de la zona, las “loras”, formadas por plataformas o mesetas elevadas; recortadas por farallones rocosos, resultado de la erosión marina de épocas pasadas. Dichos farallones calizos forman un doble cinturón o doble muralla que la protegen en toda su extensión, aunque la inferior desaparece en algunos tramos. Entre las dos murallas se extiende una franja de terreno llamada “Cinto” que en algunas zonas supera los 50 m de desnivel entre ambas.

Peña Ulaña, por el flanco sur-este, junto con Peña Amaya (1.377 m) y Peña Castro (1.370 m.) , por el Oeste, y la Lorilla, por el noreste, delimitan el valle de Valdehumada, formado por los siguientes núcleos rurales: Fuencaliente de Puerta. San Martín de Humada, Fuenteodra. Rebolledo Traspeña, Villamartín de Villadiego y Humada.

En la meseta superior y en su vertiente norte se han encontrado restos de un  castro celtibérico de la II Edad del Hierro, situado en el límite sur de la antigua “Cantabria”. Ocupa una extensión de unas 586 Ha., lo que le convierte en el mayor castro de la Península y uno de los mayores de Europa

CÓMO LLEGAR

Hay que salir de Burgos por la A-231 que enfila hacia León. A la altura de Villanueva de Argaño abandonamos la autovía en dirección a Villadiego por la C-627. Desde Villadiego cogemos la BU-621 hasta llegar a Humada, después de recorrer 20 km. También es posible llegar por la carretera N-627, Burgos-Aguilar, después de recorrer algo más de 47 km tomamos, a la izquierda, el desvío que lleva a Talamillo del Tozo y Humada por la BU-V-6216.

CUÁNDO IR

Este recorrido puede realizarse en cualquier época del año, aunque es mejor hacerlo en primavera y principios de verano, cuando la vegetación está en plena floración o en otoño, cuando las hojas de los árboles tiñen el paisaje de tonos multicolores. Menos aconsejable es en verano e invierno, debido a la rigurosidad de las condiciones meteorológicas.

RECORRIDO

La ruta comienza a la entrada – viniendo desde Villadiego- del pueblo de Humada, justo enfrente del cruce de la carretera que se dirige hacia Fuenteodra y RebolledoTraspeña. Para iniciar el ascenso hacia la Ulaña hay que tomar la primera calle-camino que parte a la derecha, justo delante del Ayuntamiento. Al llegar a las últimas edificaciones del pueblo es preciso coger el primer camino que aparece a la derecha y que comienza a bordear, a media ladera, los cortados rocosos de la peña.

LA MÍTICA PEÑA AMAYA

Peña Amaya y Peña Castro desde la Ulaña

Poco a poco y al ganar en altura aparecen ante el caminante unas espléndidas panorámicas del conjunto de la comarca de las Loras. En primer término y presidiendo el paisaje se alza el macizo relieve de la mítica Peña Amaya. Aunque parezca increíble sus solitarios y casi olvidados peñascos constituyen uno de los enclaves más señalados dentro de la arqueología y la historia de todo el norte de España: poblado de la Edad del Bronce, importante ciudad de la Cantabria prerromana, capital de uno de los ducados visigodos y baluarte de la reconquista cristiana. Históricos personajes como el emperador romano Augusto y el invasor árabe Tarik han dejado su huella en estas hoy desoladas tierras.

Peña Amaya y Peña Castro a su derecha

Tras pasar por una cruz de piedra el camino que discurre entre una vegetación de brezos, tomillo y aulagas, alcanza una nueva bifurcación. Se debe tomar el sendero que, por la izquierda,  continúa ascendiendo por la ladera que bordea el frente inferior de la cresta de Peña   Ulaña. Durante algunos tramos el sendero, debido a su escasa utilización, se pierde invadido por la maleza y es necesario prestar mucha atención para no perder la dirección correcta. La mejor referencia es progresar en paralelo a la carretera –queda a la derecha del caminante- y a los relieves de la peña. Después de unos cuantos cientos de metros el sendero se aproxima a la carretera y tras cruzar unas cuantas tierras de labor desemboca en un marcado antiguo camino que hacia la izquierda indica el ascenso a la peña.

Unos pronunciados y empinados zigzag permiten acceder, superando un primer frente calizo, a una especie de pasillo llamado “cinto”, como hemos indicado anteriormente. A partir de este punto hay que seguir, durante más de cinco kilómetros, el citado pasillo hacia la derecha.

Sin ningún tipo de problema el recorrido discurre ahora por el ancho pasillo labrado en las rocas que nos permite rodear el impresionante farallón, cerca de cien metros de desnivel. Precisamente es en estos inaccesibles cortados donde tiene su hábitat una nutrida comunidad de aves rapaces. En los cielos de la Ulaña es fácil ver desde el pausado vuelo de los buitres leonados hasta las majestuosas siluetas de las águilas real y perdicera. También anidan en la zona alimoches, halcones peregrinos y búhos reales.

Flanco sur de Peña Ulaña

Un bosque de encina degradada cubre las áreas más empinadas de las laderas y sirve de refugio a un buen número de jabalíes y corzos. Tampoco es infrecuente observar las huellas de algún tejón e incluso son visibles las andanzas cazadoras de gatos monteses y zorros. En las zonas más llanas del pasillo la vegetación autóctona ha sido sustituida por un pinar –pino albar- de repoblación.

El sendero, a veces desaparece su rastro, permite ir descubriendo una serie de magníficas panorámicas de la región. Una de las más impactantes es la que se puede admirar al llegar, después de cruzar el pequeño arroyo que alimenta el molino del Pisón, que ahora lo han rebautizado como molino de Bernabé, en relación a su propietario Bernabé Lucio. Se encuentra la altura de Ordejón de Abajo.

PEÑA CASTILLO

Justo debajo del espectador y frente al pueblo se yergue la inaccesible e impresionante atalaya de Peña Castillo. En la cima de este impresionante bastión de sólo 150 metros de diámetro, que queda protegió en todo su perímetro por un cortado natural de más de 20 metros de altura, se han localizado los restos de un castro prehistórico de la Primera Edad del Hierro.

Peña Castillo desde la Ulaña

ORDEJÓN DE ABAJO

Desde esta panorámica, un poco más lejos,  observamos el pueblo de Ordejón de Abajo, del que  destaca su iglesia, consagrada a Sta. María, de finales del siglo XV o inicios del XVI, aunque conserva restos de la primitiva iglesia románica como la portada meridional, un capitel doble en el arco perpiaño, algunos canecillos reutilizados y una interesante pila bautismal. En su interior merece la pena contemplar el retablo del altar mayor de estilo renacentista dedicado a la Asunción de la Virgen. Esta riqueza artística nos da idea de la importancia que tuvo Ordejón en épocas anteriores cuando llegó a ser cabeza de arciprestazgo.

ORDEJÓN DE ARRIBA

Continuando con nuestra ruta el camino se convierte ahora en un cómodo sube y baja y se va asomando a los distintos miradores naturales que se abren al valle del rio Odra. Para saber que se está en la buena dirección siempre hay que tener las crestas de la Ulaña a mano izquierda y los pliegues rocosos que limitan el pasillo a la derecha. Sin perder altura hay que seguir rodeando la peña y tras atravesar una zona de bloques desprendidos enlazar con el camino que sube desde el cercano pueblo de Ordejón de Arriba, que se divisa a mano derecha.

Ordejón de Arriba tiene una pequeña iglesia dedicada a San Juan y su población se dedica a compaginar la agricultura con la ganadería.

Ordejón de Arriba

EL PORTILLO DEL INFIERNO

Siguiendo este nuevo camino hacia la izquierda muy pronto se llega a la altura de las antenas y repetidores de televisión que se alzan sobre los 1.226 metros del extremo oriental de la Ulaña, su punto más alto. Sin tomar los caminos y senderos que descienden hacia la derecha hay que seguir rodeando –en este caso la mejor referencia la constituyen las citadas antenas de telefonía- la peña, bajo la sombra de un denso pinar, hasta alcanzar el Portillo del Infierno. De nuevo se localiza un alargado pasillo que discurre paralelo a la culminación de la lora. A la derecha del caminante se abre una interminable perspectiva con algunas de las comarcas más septentrionales de la provincia burgalesa.

Nada más comenzar a descender el pequeño collado –hay que tener en cuenta que en toda esta zona los caminos y senderos están muy desdibujados- se localiza a mano izquierda una brecha abierta en la cresta caliza y que aparece señalada por un pequeño cono de derrubios. Este accesible paso natural permite sin ninguna dificultad subir -tras superar otro inesperado pasillo colgado- hasta la misma cima de la meseta superior donde se encuentran las antenas de telefonía.

Justo delante de las mismas se encuentra el vértice geodésico que marca los 1226 metros del punto más alto de la Ulaña.

Situándonos en el borde, asomados al vacío, divisamos la continuidad de la peña, un cordal rocoso que continua aún a menor cota hacia el Urbel alto. Abajo, atisbamos el Portillo del Infierno, único paso que por esta sierra unía los pueblos de la vertiente sur (el desaparecido Hormicedo, Villanueva de Puerta, Los Valcárceres,…) con los del norte (San Martín de Humada, Fuencaliente de Puerta, etc…). Hoy lógicamente el portillo no se utiliza para este fin, pero no deja de sugestionarnos su visita ya que el lugar es verdaderamente impresionante.

Flanco sur de Peña Ulaña al fondo peña del Castillo
San Martín de Humada desde Peña Ulaña

Desde el vértice geodésico de Portillo se distinguen con facilidad las nueve loras que junto a la Ulaña, definen la personalidad geomorfológica de la comarca: Carrascal, Pinza, Barriolucio, Tuerces, Rebolledo, Albacastro, Peña Amaya, Villela y Cuevas de Amaya.

Continuamos el recorrido bordeando la peña pero esta vez por el lado norte. Aún nos queda un largo trayecto porque las dimensiones de la peña son extensas unos cinco kilómetros de un extremo a otro y algo más de un kilómetro en la zona más ancha. El recorrido es fácil ya que la cima de Peña Ulaña es una gran superficie totalmente plana y el terreno despejado dejando a nuestra izquierda un bosque de pinos de repoblación.

Muralla en la cima de Peña Ulaña

Llegamos al otro extremo, el occidental, conocido como Punta de Royocinto de 1.177 m de altitud desde donde contemplamos en todo su esplendor peña Amaya y Peña Castro y a sus pies parte del valle de Valdehumada, a lo lejos los pueblos de Villamartín de Villadiego y Rebolledo Traspeña, un poco más próximo se ve Fuenteodra y  a nuestra derecha Humada, pegando a la Ulaña.

Valle de Valdehumada desde Peña Amaya

A lejos, en días claros, se divisa la cordillera cantábrica en concreto la zona del Alto Campoó, con el pico Tres Mares, de gran valor paisajístico cuando se muestra cubierta de nieve.

Humada desde Peña Ulaña

Retrocedemos desandando el camino hasta encontrar un portillo que nos permita bajar al corredor inferior conocido como Cinto de la Ulaña que recorreremos hasta situarnos enfrente de Humada, en la plataforma llamada la Mazuela, donde se abre un nuevo paso natural, que nos permite llegar sin problemas al lugar en donde se inició el recorrido.

Humada, al fondo Peña Ulaña

P.D.: En otro artículo hemos hecho referencia al Castro de la Ulaña para tratarlo con mayor profundidad.

Fuentes de información:

http://sendasdeburgos.blogspot.com.es/2013/05/pena-ulana.html

http://tierrasdeburgos.blogspot.com.es/2010/11/ruta-de-senderismo-pena-ulana.html

Libro: Caminando por las Loras

Por las loras de Burgos

Por las loras de Burgos tras el nombre de Amaya

El Correo

20 octubre 2016

IÑIGO MUÑOYERRO

·         Las ruinas de la Amaia Patricia histórica se encuentran cerca de la pequeña aldea del mismo nombre. La iglesia de San Julián y Santa Basilisa de Rebolledo de la Torre es una obra cumbre del románico

Amaya o Amaia es un nombre vasco popular y muy extendido que curiosamente no figura en el Santoral y que quizá no sea vasco. Su origen hay que buscarlo en la ciudad celtibérica luego romanizada de Amaia Patricia, en la localidad del mismo nombre, al Noroeste de la provincia de Burgos. Los filólogos afirman la raíz del topónimo ‘Amaya’ es indoeuropeo y quiere decir ‘am(ma)’ o ‘madre’. El sufijo io-ia servía para formar nombres de acción o nombres de lugar, por lo que el significado de Amaya o Amaia es ‘ciudad madre’ o capital.

El arraigo popular del nombre llegó tras la publicación en 1879 por parte del escritor navarro natural de Viana Francisco Navarro Villoslada de la novela ‘Amaya o los vascos en el siglo VIII’. Fue un éxito en su tiempo. En ella destaca la valentía de los vascos cristianizados en la lucha contra el islam tras la caída de la monarquía visigoda. Derrotan a la morisma y repueblan Castilla.

Navarro Villoslada tuvo el acierto de tomar el nombre de la desaparecida ciudad de Amaya. La eufonía de Amaya (Amaia) hizo el resto. También es la excusa para recorrer una comarca tan bella como deshabitada como es la paramera de Villadiego, descubrir las espectaculares loras, visitar las ruinas de Amaya y el románico de Albacastro y Rebolledo de la Torre.

1. Meseta de Castro Amaya.      2. Iglesia de San Pedro.      3. Carteles de Amaya.

Información útil

Cómo llegar: N-627 entre Burgos y Aguilar de Campoo y Reinosa. Desvió BU-V-6216 a Humada y Amaya. De Humada BU-V-6216 a Rebolledo de la Torre

Información:www.proyectogeoparquelasloras.es

Qué ver: Castro celtibérico y lora de Peña Amaya. Humada. Románico de San Pedro Apóstol de Albacastro y San Julián y Santa Basilisa de Rebolledo de la Torre, monumento nacional desde 1931.

Qué comprar: Miel casera y sin etiqueta

La lora de La Ulaña

El relieve poderoso de las loras de la Ulaña y Peña Amaya es nuestro referente en el páramo. Abandonamos la N-627 para conducir por una carretera estrecha, entre interminables campos de cereal y girasol. Algún bosquete de robles y la línea de chopos en arroyos y humedales rompe el equilibrio de un paisaje agrario y desde hace tiempo desierto. Algún corzo solitario nos sorprende con su carrera. Cruzan perdices. También vuelan buitres y alguna águila.

Llegamos a Humada, cruce de caminos bajo la sombra de la poderosa lora de La Ulaña. Es la más grande de estas mesetas o plataformas calizas de superficie aplanada, fruto de la erosión, que destacan en la paramera.

Ocupa 586 hectáreas y estuvo ocupada por un castro en la Edad del Hierro (siglo I a C.). De aquello quedan las murallas que protegían el recinto; los muros de habitáculos descubiertos en las excavaciones y poco más. Una carretera sube hasta el alto y permite disfrutar de un panorama espectacular.

La ruinas del castro de Amaya

Pero no vamos a La Ulaña, sino a Peña Amaya la más montañera de las loras. Un peñasco calizo impresionante con farallones cortados a pico que alcanza los 1.370 m de altura sobre la meseta. La carretera serpentea entre los cultivos, pasa el modesto río Odra y entra en Amaya. El pueblo es pequeño, típico de la castilla más rural. Se recorre en una vuelta. Calles asfaltadas donde se alinean casas antiguas bien restauradas con otras no tanto. Antiguas escuelas reutilizadas. Adobe, caliza y ladrillo. Arados y tractores abandonados, cardos, fuente y la iglesia de San Juan Bautista en lo más alto. Renacentista de buena sillería edificada sobre un templo anterior. No hay bar, pero sí una Casa Rural.

Cuenta el geógrafo Pascual Madoz en su famoso Diccionario de 1845 que ‘…tiene casas de mediana fábrica, la consistorial, un hospicio para albergar a los transeúntes pobres y escuela de primeras letras a la que asisten 40 niños’. En el año 1950 tenía 412 habitantes. Ahora no llegan a 50.

El castro de Amaya y la peña están encima del pueblo. La cima está reservada a los montañeros, pero el poblamiento celta y posterior ciudad romana de ‘Amaia Patricia’ es accesible. ¿A pie o en coche? Esa es la cuestión. Recomendamos hacerlo a pie por la pista de grava carrozable (letrero indicador) que sale de los más alto del pueblo. 2,2 km que se recorren con tranquilidad. Nos llevan al aparcamiento alto. Un corto repecho nos deja en la puerta de la vieja Amaya. Cuenta Dionisio Ridruejo en su libro ‘Castilla La Vieja’’ que ‘las fortificaciones que tuvo y que hubieron de ser soberbias han caído en escombros’. Tenía razón. Allí los celtas se defendieron de los romanos y los visigodos de los árabes de Tariq antes de difuminarse en la historia de Castilla.

El cerro del Castillo

El llano del castro quedó yermo en los años 70 del siglo pasado. Se abarca con la mirada. Un recorrido sin historia que nos permite pasear entre los restos de las excavaciones que aún están en curso.

En dirección a la lora vemos el cerro de El Castillo. Un peñón sobre el que se levantó una fortaleza medieval (s. IX) de la que no queda ni rastro. En el s. XVIII estaba arruinada. Y en 1924 quedaban unos muros y unos silos subterráneos. Estaba protegida por dos torres, una muralla y un foso.

Recorremos la meseta con tranquilidad. En primavera y verano pulula de insectos y pajarillos. Ahora en otoño la sensación de soledad y abandono sobrecoge. Desde los altos del Castillo las vistas de la cercana sierra de Albacastro y la llanura palentina son dilatadas. Vuelta a Amaya pueblo por la ruta de subida. Trago en la fuente y de nuevo en la carretera para regresar a Humada.

Fósiles e historias de Humada

Por las loras de Burgos tras el nombre de AmayaHumada es un pueblo agrícola, disperso al pie de La Ulaña que ha sufrido los efectos de la desertización. En 1970 tenía 1.019 habitantes, ahora 150. Buenas casas, entre ellas alguna edificada en los prósperos años 20 del siglo pasado. Una de ellas está ocupada por lo que hace 80 años fue una tienda-mercería-colmado.

Después de la guerra pasó a ser ultramarinos y ahora es el único bar de Humada. De interior abigarrado, trufado de ‘bibelots’. Cuernas de corzo y ciervo y testas de jabalí adornan las paredes. Un piano, mesas y sillas. Anaqueles llenos de botellas antiguas con etiquetas ilegibles por el hollín y la grasa. Las cajoneras de la mercería ocupadas por una desordenada colección de fósiles. Los recogen en primavera, tras las grandes nevadas y los deshielos. De visita obligatoria.

Cuentan en el pueblo el terrible fin del antiguo propietario del colmado. Fue asesinado hace 72 años después de la guerra por los maquis. Aparecían a pleno día a pedir dinero a los hombres pudientes de la localidad y de otras muchas. El comerciante se había negado en ocasiones anteriores. Aquel día le sorprendieron por la espalada y le asesinaron junto a la fuente. Los autores del crimen nunca fueron detenidos. La iglesia de San Miguel ocupa un altillo. Edificada con sillares de buena caliza blanca. Mezcla el estilo renacentista con el barroco.

Rebolledo de la Torre

Rebolledo y la magia de su iglesia de San Julián y Santa Basilisa son el punto final al recorrido por las loras. La carretera se estrecha y retuerce mientras sube entre pueblos de nombres tan sonoros como Fuenteodra y Rebolledo Traspeña. Bosquetes de robles enmarcan piezas de cereal. Antes sembraban patatas pero ahora se las desentierran los jabalíes.

Entra en el valle de Albacastro enmarcado entre la Sierra y la Lora de La Mesa. Salvaje y deshabitado. A la izquierda está la aldea de Albacastro. Quedó deshabitado y ahora se reduce a unas casas y un par de vaquerías, que suelen tener algún mastín suelto. En lo alto sobre una roca se eleva el templo románico de San Pedro Apóstol. Estuvo arruinado hasta su restauración en 2009 por la Junta de Castilla y León. Es un edificio pequeño con dos entradas: una más monumental al Norte y otra más modesta al Oeste. Datado en torno al siglo XII merece la pena el desvío para visitarlo.

Unos kilómetros más adelante el valle se abre en Rebolledo de la Torre. Un pueblo que también acusa el despoblamiento. En 1950 tenía 817 habitantes. Ahora quedan 122. Es un lugar recogido con edificios antiguos de sillería y adobe donde destaca la iglesia románica de san Julián y Santa Basilisa. Monumento Nacional desde el 3 de junio de 1931. Se eleva fuera del pueblo, en el extremo de un claro y cerca del castillo. Restaurada en el año 2006 aparece perfecta tanto por lo equilibrado de sus dimensiones como por la belleza de la galería de diez arcos de medio punto y portada que adornan la fachada. Los capiteles son de gran calidad escultórica y la pila bautismal sostenida por tres leones está fechada en el año 1195. El edificio tiene la rareza de conservar la firma y la data de Juan de Piasca, año 1186, su autor. Las llaves del templo hay que pedirlas en el bar municipal.

El castillo perteneció a la familia de los Lasso de la Vega, uno de cuyos miembros fue el Inca Garcilaso y está datado entre los siglos XIII/XIV. Lo que queda de la fortaleza es una torre desmochada sobre una plataforma rocosa. Monumento Nacional el 5 de mayo de 1949. Está cerrado al público.

Peña Castillo

PEÑA CASTILLO (1.131 m.) – ORDEJÓN DE ABAJO)

http://sendasdeburgos.blogspot.com.es/2013/12/pena-castillo.html

http://www.mendikat.net/com/mount/1752

Espectacular torre natural desprendida ligeramente de la faja rocosa que protege en todo su perímetro a la lora de Ulaña ( 1.226 m ) dominando el valle donde se asientan las aldeas de Ordejón de Arriba ( 970 m ) y Ordejón de Abajo ( 940 m ). 

En la provincia de Burgos abundan las peñas llamadas Castillo, con sus variantes Castillejo, Castillos, Castillete… De entre todas, destaca por su aspecto la emplazada en la comarca de las loras. Se trata de una aislada peña ubicada entre las dos gigantes de la comarca, las peñas Amaya y Ulaña. Pese a su aspecto inexpugnable, es fácilmente accesible y en su cima amesetada existió un castro celtibérico y cántabro.

Continuar leyendo «Peña Castillo»

Peña Amaya

http://sendasdeburgos.blogspot.com.es/2013/05/pena-amaya.html

http://tierrasdeburgos.blogspot.com.es/2012/03/ruta-de-senderismo-pena-amaya.html

‘Harto era Castilla pequeño rincón cuando Amaya era cabeza y Fitero mojón’. Anónimo.

Visitar la peña Amaya es retroceder al pasado más antiguo. Poblada desde la Edad del Bronce, fue capital de los cántabros, escenario de las guerras cántabras contra los romanos. El emperador Augusto la arrasó avanzando desde el cercano Sasamón hacia 29 a.C. Fue nuevamente repoblada por los cántabros que siempre la consideraron su capital, asomada a la meseta. Nuevamente, los godos, bajo el reinado de Leovigildo, la asaltaron en 574, matando a todos sus habitantes. Tras su repoblación, Tarik la conquistó de nuevo en 711. Finalmente, en 860 fue repoblada por el conde Rodrigo para Castilla. Tras el avance de las fronteras hacia el sur siguiendo la repoblación, pasó al olvido.

Peña Amaya es un macizo de 1.377 metros de altura situado al noroeste de la provincia de Burgos.

Se trata de una ‘lora’ o meseta delimitada por grandes cortados calizos de paredes verticales.

Situada al sur de la Cordillera Cantábrica delimita dos regiones geomorfológicas diferentes. La parte norte, con valles muy marcados, se asemeja al paisaje cántabro, mientras que al pie de la vertiente sur se abre una extensa planicie propia de los campos de Castilla.

Continuar leyendo «Peña Amaya»

El sendero de los Piscárdanos

El río Odra, tras su nacimiento y su paso por el pueblo de Fuenteodra, después de cruzar la fértil vega del valle de Valdehumada,  logra abrirse paso entre las rocas calcáreas formando un largo desfiladero hasta salir junto al pueblo de Congosto. En el trayecto sus aguas cristalinas han dado lugar a interesantes fenómenos geológicos (rápidos, ollas  o marmitas, remansos, saltos, pequeños meandros…) que configuran un paisaje de singular belleza.

Existe un sendero, paralelo al río que servía de comunicación entre Congosto y los restantes pueblos de Valdehumada. Recuerdo, que el panadero lo recorría con caballos para abastecer de pan a los vecinos de Congosto

Hasta hace poco la maleza había invadido dicho sendero haciéndolo intransitable por lo que era preciso dar rodeos para recorrer el trayecto de unos siete kilómetros para salvar la distancia entre el valle de Valdehumada y Congosto.

Actualmente gracias al trabajo de la asociación Voluntarios x Congosto y de Medio Ambiente se ha recuperado el antiguo sendero permitiéndonos disfrutar de este singular paisaje.

Desde estas líneas nuestro agradecimiento a este grupo de personas, que de forma desinteresada, con ilusión e interés, han llevado a cabo la encomiable tarea en pro de la recuperación y disfrute del entorno natural.


LOS PISCÁRDANOS

El origen del llamativo nombre de los Piscárdanos, tiene varias teorías: para unos significaría «pies cárdenos» por lo agreste del camino, para otros, provendría del topónimo cántabro «pis» con el significado de río y «car» roca, con lo que sería «río de rocas»..

La ruta de los Piscárdanos es la consecuencia de la asociación de río y roca, con una vida vegetal y animal que hace suyos estos elementos. La vegetación surge en este ambiente de agua y suelos y crece unas veces exuberante y otras escasa, según las condiciones del terreno en las que se desarrolla lo que determina la presencia de distintas especies de animales, cuyas formas de vida se pueden observar directamente o a través de sus huellas o de sus rastros.   

RECORRIDO

El recorrido  no presenta grandes dificultades orográficas, pero al tener que cruzar el río Odra en ocasiones es aconsejable hacer la ruta cuando el río no lleve mucho caudal: verano y otoño  llevar calzado adecuado.. La distancia a recorrer, como hemos indicado anteriormente, es de unos siete kilómetros, por lo que se puede realizar perfectamente en una mañana, sin olvidarnos de que deberemos detenernos frecuentemente para ir observando los valores paisajísticos que conforman su flora y fauna.

1. CONGOSTO

Nuestro punto de partida es el pueblo de Congosto. Congosto es una palabra española procedente de angosto, del latín “coangustus” y que define el Diccionario de la Lengua como desfiladero entre montañas. Este topónimo hace clara referencia a las circunstancias físicas que rodean el lugar y las mismas que nos acompañarán cuando, al realizar la ruta, descendamos por el curso del río Odra que abre paso entre desfiladeros antes de llegar a la amplitud de la llanura.

Iniciamos el recorrido desde el mismo pueblo de Congosto, buscamos el camino que al final del pueblo sube a los pies de la iglesia, continuamos por él y, cuando se bifurca, tomamos el de la derecha, caminando por un ancho camino entre verdes prados.

Se asciende a media ladera mientras observamos el estrecho valle abierto por el río. Caminamos pisando unos terrenos rojizos en los que hay encajados unos grandes cantos rodados de naturaleza calcárea; corresponden a los conglomerados terciarios procedentes de la erosión de las calizas del secundario situadas más al norte. La vegetación circundante es de aulagas, tomillos, espliegos, gamones y enebros que van colonizando las laderas y densificándose hasta constituir pequeñas masas compactas.

 El desfiladero se intuye cercano ya que divisamos una gran muralla vegetal frente a nosotros flanqueada por paredes rocosas camufladas entre la espesura. Entramos en el desfiladero. El camino se convierte rápidamente en senda y caminamos sin dificultad por la orilla dejando el río siempre a nuestra derecha. El Odra se va encajonando y estrechando entre escarpadas peñas a los dos lados. Al ser su naturaleza caliza, como todas las montañas de las Loras, hay multitud de cuevas y oquedades en sus paredes.

2.- LA CUEVA DEL CARTUJO

Tras recorrer apenas un kilómetro, la muralla rocosa forma un amplio arco a nuestra izquierda. Arriba divisamos grandes oquedades en la roca. Una de ellas, la más visible, es la llama Cueva del Cartujo porque cuenta la tradición que en ella vivió durante algún tiempo un ermitaño de esta orden. Es fácil encaramarse por la ladera y llegar hasta ella, ubicada unos 100 metros ladera arriba. Una cuerda en la entrada de la cueva, nos ayuda a penetrar en su interior donde hay restos inconfundibles de habitación y de haber servido de vivienda. Las vistas del desfiladero desde aquí son magníficas. 

Descendemos y nos incorporamos de nuevo al camino y continuamos por la margen del río penetrando más en el desfiladero, cada vez más espeso de vegetación.

El camino está señalizado como PR (pequeño recorrido) y en cierto punto, señalizado, debemos cruzar el río. No hay gran dificultad porque en el punto indicado el Odra forma un pequeño vado. Sin duda en épocas lluviosas puede resultar dificultoso pues las orillas son bajas.

Continuamos por la otra orilla, ya por terreno más despejado, ya que la senda se eleva unos metros sobre la ladera lo cual nos facilita el progreso. Las vistas sobre el desfiladero son mejores ya que estamos unos metros sobre el nivel del río.

Poco a poco vamos progresamos dentro del desfiladero y dejamos atrás los tramos más angostos.

3.- EL POZO DE LA OLLA

Ya cerca de su extremo norte, pasaremos junto a un lugar llamado el Pozo de la Olla, en el cual el río forma una pequeña cascada que cae sobre un profundo pozo del que cuenta la leyenda que hace muchísimos años se cayó un carro con los bueyes desapareciendo debajo de las aguas sin que se volviera a encontrar ningún rastro de ellos

Seguimos y abandonamos el desfiladero atravesando una angostura entre enormes paredones rocosos, saliendo ya a campo abierto.

En este tramo nos encontramos una pequeña caseta que mide el aforo del río. Es la señal de un viejo proyecto que hubo a comienzos del siglo XX para construir un embalse en este punto y que ha vuelto a replantearse no hace muchos años.

Desde aquí, no hay ya caminos marcados, y lo mejor es continuar siguiendo como referencia la margen del río, que queda ahora oculto bajo una muralla vegetal a nuestra izquierda y debemos cruzar. Buscamos el mejor sitio, tarea nada fácil ya que el lecho del río es profundo y la vegetación forma una espesa muralla difícil de atravesar. Con mucha precaución, encontramos un pequeño vado en el que conseguimos pasar a la otra orilla, incorporándonos a un camino que rápidamente gira a la izquierda.

El camino, gira hacia el oeste, ya a la vista de la Peña Amaya que queda frente a nosotros.

4.- EL VALLE DE HUMADA

Seguimos por el camino que deja atrás las encinas para seguir paralelo a unas estrechas tierras de cultivo. Un poco más adelante, nada más atravesar unas paredes rocosas, abandonamos el camino que continúa en dirección a Villamartín de Villadiego y cruzamos hacia la derecha unas pequeñas praderas hasta avistar el amplio valle de Humada. Desde aquí, Amaya se sitúa a la izquierda, la peña Ulaña a nuestra derecha y al frente vemos la Lorilla cuyas laderas están pobladas de robles. Diversos pueblos se dispersan por el valle. En frente, Humada, debajo de la peña Ulaña, al resguardo de la peña Amaya, Villamartín. Un poco más lejos se encuentra Rebolledo Traspeña y, a su lado, Fuenteodra. Mientras, dominando todo el valle es muy fácil observar en el cielo la silueta del buitre debido a que existe una nutrida colonia que anida en las peñas cercanas. Iniciamos el descenso hacia el valle siguiendo una estrecha vaguada en dirección a un puente por el que cruzamos el Odra para situarnos en su margen izquierdo, continuamos por el camino hasta una pequeña loma donde el camino hace una pequeña curva. Desde aquí buscamos el límite entre las tierras de cultivo y las praderas bajamos por ellas hacia la derecha hasta encontrar un camino que tomamos y que seguimos hasta encontrar el río al que seguiremos, desde este punto, en su curso descendente.

Medio atravesada la llanada, dirigimos nuestra vista hacia la derecha y veremos un pequeño cerro en el que se conservan restos de un antiguo poblado de la Edad del Hierro. Es el castro de San Quirce. Los restos visibles que hoy quedan son los pertenecientes a su muralla y diseminados algunos fragmentos de cerámica en su superficie. Los castros son pequeños poblados ubicados en lugares altos, dominando una llanura o un punto estratégico, rodeados de farallones rocosos y amurallados en las zonas de acceso. La población que vivió en San Quirce no fue muy numerosa, pudiendo ser muy bien un asentamiento estacional para proteger el paso hacia el valle de Humada.

Este camino realmente se dirige al pueblo de Villamartín de Villadiego, ubicado en la misma base de la peña, por lo que debemos salirnos de él por una linde tierra para ascender hacia las elevaciones rocosas directamente sobre el desfiladero, que queda ahora a nuestra izquierda oculto. La subida por caminos inciertos es sencilla y sin ninguna dificultad. Desde esta altura, contemplamos mirando al norte el Valle de Humada, hacia el oeste las Peñas Amaya Albacastro y hacia el el este las Peñas Castillo y Ulaña.

Por este cordal rocoso, emprendemos el regreso definitivo hacia el sur. La orientación es fácil porque siempre tendremos el desfiladero y el río a nuestra izquierda y la inconfundible silueta de la Peña Amaya como referencia a nuestra derecha.

En seguida, visualizamos un camino que viene por nuestra derecha, al cual nos incorporamos. Por él, llegaremos al pueblo de Congosto en apenas quince minutos.

La angostura y la dificultad del camino ya recorrido se nos ha hecho presente en los topónimos de Congosto y Piscárdanos pero, pese a todo, hemos recorrido uno de los rincones de mayor interés de la comarca.

Para destacar el sentido de alejamiento e inaccesibilidad de este lugar, en algunos pueblos de la comarca, entre ellos Grijalva, usan el dicho “está en los Piscárdanos” cuando algo o alguien se encuentra muy lejos… lejísimos. Una vez en Congosto podemos leer el fragmento de esta poesía escrita por un congosteño que conocía y sentía profundamente la naturaleza que rodeaba su pueblo.

Hermano pastor,

feliz congosteño:

tu empresa es hermosa,

la conoce el cielo…

y el águila errante

que cruza en silencio

el páramo triste.

Y aquel negro tordo,

tozudo parlero,

que en el alto chopo

desgrana su canto

en marzo, en febrero,

al caer la tarde o de madrugada.

Lo sabe el jilguero,

lo sabe el milano,

lo sabe el vencejo

y la golondrina

que allá, en el alero

de la pobre casa

construyó su nido

para los pequeños.

Y también lo sabe

el pardo mochuelo,

que en la oscura noche,

al llegar febrero,

lanza sus chillidos

desde el viejo olmo

y asusta al viajero.

Y hasta la guandilla

conoce el secreto,

cuando allá en el aire,

traza enormes círculos

muy cerca del cielo

y aquel feo buitre,

torpe, carroñero,

que, tras el banquete

de carne asquerosa

apenas si puede levantar el vuelo.

Y lo sabe el lobo,

el lobo protervo,

que se esconde astuto

detrás de la carrasca

o que se desliza,

goloso y hambriento.

PEDRO PÉREZ

Fuente

http://sendasdeburgos.blogspot.com.es/

Libro: Caminando por las Loras